A veces es inútil ese intento forzado de escribir sobre un viaje mientras sucede. Ni siquiera meses después o años más tarde, uno sabe cómo hilar esos flecos enredado de datos e imágenes, quizá es necesario el plazo de una década, o tal vez nunca se escriba y sólo se recuerde.
De Jordania, el
tejido es tan denso que nunca puse una frase sobre ella, aun siendo el país al
que regreso en tardes de limpieza en los armarios.
Petra era en sus tiempos la capital del antiguo reino nabateo y de la provincia romana de Arabia Pétrea, importante paso de caravanas, ruta de incienso y especias, lugar donde las rocas de arenisca lucen un color rojizo rosado que serpentea las superficies y crea murales de una belleza perfecta. Se llega por un desfiladero y que es como entrar en el útero materno y hacer el camino hacia la luz de nuevo cuando avanzas entre dos paredes gigantes que casi se rozan y desembocas en la fachada del Tesoro. La ciudad, escavada y esculpida en la piedra es una maravilla dentro y, creo, fuera del planeta.
Pero Jordania no es solo Petra, Jordania, Al-’Urdunn, puede también, contarnos a los viajeros, largas historias de invasores y colonos, de castillos y palacios fortificados, imponentes, solitarios y orgullosos en el desierto, donde no es difícil sentirse como un “cruzado moderno” te contara sobre ruinas y ciudades como Amman, Petra, Madaba, porque es un territorio con infinidad de riqueza humana y paisajística.
Impresionantes restos arqueológicos anuncian lo que aún queda por descubrir. La naturaleza ha creado sus propias maravillas en este país que, además, es Tierra Santa.
Dicen en Jordania que el jardín del Edén estaba aquí, en el fértil valle del Jordán. Y no sería extraño, porque recorrer este país es recorrer, paso a paso, la Biblia. El bautismo de Cristo o el Éxodo de Moisés forman parte de la extensa lista de acontecimientos que tuvieron lugar en estas milenarias tierras. A lo largo de su geografía se pueden descubrir más de los cien lugares mencionados en el Antiguo y Nuevo Testamento.
Hay tardes de lluvia, que cuando abro el tarro de cristal donde reposa
la arena roja que traje del desierto de Wadi run y dejo que se escurra entre
mis dedos, me vienen recuerdos con aquella
sensación de andar por el desierto y alcanzar el punto en que los manantiales y
las cascadas refrescan la piel caliente de las rocas.
Las sensaciones y emociones son continuas. En este desierto y en
particular en este país, hay una cultura muy propia que tiene sus orígenes
fundacionales como país, en el mismo Lawrence de Arabia, allí mismo comienzas a
comprender a este histórico personaje, muy ligado a la historia de Jordania.
Este árido
desierto del Este, apenas alberga rastros de vida. Sólo infinitos paisajes
undulados de piedras, cuya textura va cambiando con los kilómetros: campos de
bloques, llanuras arenosas, extensiones negras de sílex, todo ello cruzado por
algún reseco “wadi” por el que corre el
agua durante alguna tormenta, agua clara que dicen, descansa en el vientre largo
y subterráneo de este valle donde crecen algunos arbustillos.
Un desierto de formaciones de arena cuyos perfiles la luz del sol va
marcando el té y el movimiento de los guías en absoluto silencio, la oración en
la arena. Todo esto nos cautivo
como viajeros, como buen seguro
cautivo a los cruzados cuando hace ya muchos siglos defendían los santos
territorios que existen en este país, Betania o el Monte Nebo en la proximidad
de Jerusalén…
Y en contra punto está el Mar Muerto, el lugar más bajo de la tierra,
el lago más mar que conozco, saturado de sales potásicas y magnésica. Flotando
boca arriba, tenía la impresión de estar suspendida en algún extraño plano
equidistante del cielo y del agua.
Entre Madaba, la ciudad de los mosaicos, el mar Muerto el desierto rojo
y Petra, está la página de mi actual recuerdo.
Así que ya es hora de rememorar aquel viaje, alistar las maletas de los recuerdos y revivir
uno de los países más increíbles del Medio Oriente, en
un viaje a las profundidades de los
maravillosos relatos de “Las mil y una noches”. ¡Veamos si fue así!
Llegamos a nuestro hotel, el “DANA PLAZA “Un buen hotel en el centro y en medio de una calle muy animada. Aun recuerdo los atardeceres en la terraza de un café cercano donde podíamos fumar un narguile viendo pasar la gente mientras manteníamos una tertulia con música de fondo y bebíamos un amargo y aromático café.
Nuestro primer día sobre las 08:30 de la mañana después de un buen desayuno, pasaron a recogernos a nuestro hotel. En el camino pudimos comprobar el intenso tráfico de la capital y la mala conducción de los jordanos, bueno eso es un decir, realmente son unos ases del volante y un espectáculo ver cómo se entrecruzan sin intermitentes, sin respetar carriles ni ninguna norma y ya de peatones no digamos, es toda una odisea cruzar una calle sorteando vehículos y jugándote la vida en cada cruce.
Tomamos dirección hacia el este para visitar los conocidos como “Castillos del Desierto”. Según íbamos saliendo de la ciudad iba cambiando el paisaje hasta que sólo vimos desierto.
Recorrimos la
carretera que nos unía de Amán a Bagdad donde vimos unos indicadores que nos acercaban a Iraq. Cuando
adelantábamos los camiones iraquíes, no pude evitar acordarme, con vergüenza
ajena, las ínfulas imperiales de aquel presidente cargado de complejos que
padecimos hasta 2004.
Aquí la carretera se ensanchaba de un modo sorprendente porque se usó como
pista de aterrizaje de aviones en algunos momentos de la guerra de Iraq y
posterior invasión, y que aun hoy se podría
usar en caso de necesidad.
A la izquierda hay unos edificios militares. Los edificios forman parte de un complejo donde se entrenaba a parte de la policía, al ejército Iraquí.
A la izquierda hay unos edificios militares. Los edificios forman parte de un complejo donde se entrenaba a parte de la policía, al ejército Iraquí.
Los castillos del desierto: En el camino el desierto es constante, algunas jaimas con ovejas y camellos pastando y no lejos se va viendo una serie de caravasares, un
tipo de pequeñas fortalezas, situadas unas de otras a la distancia de una
persona caminando en un día, y que servía para proteger las caravanas con
camellos que atravesaban el desierto para alcanzar Bagdad e Irán.
Así que paramos a ver los castillos de El Qasr
Kharraneh, el Qusayr Amra, con sus baños e interesantes frescos bizantinos,
Qasr Azraq, el castillo de basalto negro, donde Lawrence de Arabia, estuvo una
temporada dirigiendo la revuelta árabe en 1917 o el Qasr Halabat, ahora en
reconstrucción con la ayuda de la cooperación española…Asombrosos lugares ¡El Qusair Amra es el castillo más reconocido y espectacular de los que se encuentran en el desierto del este de Jordania.
Fue edificado en pleno crecimiento islámico en la región y refleja la esencia más pura del arte y la arquitectura de origen omeya e islámico.
En lo que se refiere a la decoración, ya que fue construido como una casa de baños, sobresalen los frescos que lo recubren. Tienen un interés excepcional porque retratan la vida humana: hombres cazando, atletas compitiendo, mujeres dándose un baño y bailarines actuando. Son del siglo VIII y se declararon patrimonio universal de la humanidad, bajo la tutela de la UNESCO.
La restauración llevada a cabo por un equipo español dirigido por M. Almagro y L. Caballero permite que los frescos puedan ser admirados por miles de visitantes todos los años
El Qusair Amra es también llamado “Castillo Rojo de Jordania”.El complejo tiene tres partes diferentes: el sistema hidráulico externo para sacar el agua del pozo; la sala de las audiencias comunicada con la sala del trono y con las termas. Qusair Amra se atribuye al califa al-Walid I (705-715) aquel que también mando construir la mezquita de Damasco.
La sala de recepciones está pintada con frescos en las paredes y en los techos. En la pared de la derecha se ven los enemigos del califa al-Walid I, o sea el emperador de Bizancio; Rodrigo el último rey visigodo de España; Cosroe rey de Persia; el rey de Abisinia, el emperador de China y el rey de la India.
Toda una galería de retratos sorprendentes.
Un poco más allá, El Qasr Kharraneh, es el más espectacular… Se encuentra en medio de una llanura desértica, sobre una pequeña loma de
Tiene unos
El siguiente castillo, el de “Qasr Al Azraq”, también llamado la Fortaleza azul esta construido en bloques de granito negro.
Dado su antigüedad, ha sido un castillo habitado por distintos pueblos: nabateos, romanos, bizantinos, omeyas, en el siglo XVI los turcos otomanos y ya en 1917 durante la Primera Guerra Mundial, Lawrence de Arabia estableció aquí su cuartel general para organizar la lucha contra el Imperio otomano. Su oficina aún puede verse encima de la puerta de entrada.
Lawrence permaneció en la fortaleza durante el invierno de 1917-1918, antes del asalto final en Damasco. Un par de años después, drusos sirios se trasladaron a la zona norte de Azraq, donde aún permanecen.
La importancia de este lugar se halla gracias el oasis de Azraq, la única fuente de agua permanente en unos
En
la entrada principal, así como en otro salón del interior, hay una losa de
granito a modo de puerta que se abre a un vestíbulo. Cada una de las losas de
la puerta pesa una tonelada, pero las hojas se abren con facilidad gracias a
las bisagras untadas con aceite de palma. La razón es que no hay madera en las
cercanías, salvo las palmeras.
Mar muertoRetomamos viaje y poco después por una carretera pedregosa en medio de la nada, lejos de cualquier civilización y pegado a la carretera, se encontraba el Dead Sea Spa Hotel. Un complejo hotelero con SPA, era la entrada al enorme lago que veníamos bordeando desde hacia varios kilómetros. Hacía mucho calor y el sol pegaba con ganas. A este enorme lago salado se le llama el mar muerto.
La zona del Mar Muerto posee una situación
climática muy especial pues la alta presión atmosférica y la gran concentración
de oxígeno en el aire, mayor que en el resto del mundo, mejora la filtración de
rayos prejudiciales del sol y lo curioso es que ¡eso sucede en una zona
desértica!
Tiene
unos 76 Km .
de largo y un ancho máximo de unos 16 Km .; su superficie es aproximadamente de 625 Km . cuadrados. Recibe
agua del río Jordán, de otras fuentes menores y de la escasa precipitación que
se produce sobre el lago.
Es
aproximadamente diez veces más salado que los océanos; la salinidad en el resto
de los mares es de 35
gramos por litro. En el mar Muerto es de 350 a 370 gramos por litro,
por lo que ningún ser vivo habita en él.
Pero
a mi me entra un cosquilleo de curiosidad cuando me cuentan que no muy lejos,
estas agua también bañan los pies de la meseta de MASADA, lugar donde la
historia cuenta que reino el rey Herodes. Hace algunos siglos, esas mismas
orillas acogieron la ciudades de Sodoma y Gomorra y en sus laderas vivió Lot
con sus hijas y también fue el escenario donde la mujer de Lot se convirtió en estatua
de sal tras desobedecer a Dios y que
aquí se encontraron los
famosos manuscritos del Mar Muerto que dicen, hacen tambalear algunas de las
doctrinas de las tres religiones monoteístas.
No
obstante, es increíblemente divertido el
hecho de flotar aunque no se quiera, pero hay que tener cuidado con que el agua
no salpique a los ojos ni entre en la boca, la sensación de quemazón resulta
bastante desagradable.
También pudimos comprobar la sensación aceitosa que
deja esta agua en la piel.Estamos en el lado opuesto del Mar Muerto en el que se encuentran los territorios Israelíes. El sol iba bajando según avanzaba el día con una preciosa puesta de sol yéndose por el horizonte, dejando un reflejo en preciosos colores sobre los cristales de sal que cubrían las laderas bañadas por el mar como un caleidoscopio gigante.
Era hora de regresar al hotel, ducha y una excelente cena nos esperaba. Aun quedaba mucho viaje y lugares que visitar al día siguiente.
Ya de buena mañana, con un sol de justicia, nos dirigimos a la ciudad romana de Jerash o Gerasa.
Después de Petra, esta antigua ciudad es el segundo destino turístico más popular de Jordania. Para que tengáis una idea aproximada de su tamaño os diré que sus murallas tenían más de
Nada más cruzar la muralla aparece ante nuestros
ojos el Forum,
una magnífica plaza oval de 90
m . de largo por 80 de ancho delimitada por 56 columnas
de estilo jónico, siendo ésta una de las imágenes distintivas e icono de las
ruinas.
Entonces
se la conocía como Antioquia del
Krisorroas (río de oro) y era el punto de encuentro de las caravanas
que desde Petra, procedentes de la Ruta
de la Seda, se dirigían a Damasco. La ciudad fue
conquistada por Pompeyo en el 63 a .C.,
y en el 90 se incorporó a la provincia de Arabia. En época bizantina
está documentada la construcción de numerosas iglesias (s. V-VI d.C.) La mayoría de ellas, con los propios
materiales de las edificaciones romanas.
El momento de mayor apogeo ya había concluido, cuando en el año 614 los persas invadieron la ciudad. Tras la conquista musulmana del 636, bajo el gobierno de los Omeyas, la ciudad se convirtió en un centro regional, bastante conocido por acuñar monedas bajo el nombre del Califa Abd al-Malik bin Marwan (685- 705), decoradas con una mezquita. Tras el terremoto que azotó la zona en el 749 y el traslado del califato a Bagdad, el brillo de la ciudad se apagó.
El momento de mayor apogeo ya había concluido, cuando en el año 614 los persas invadieron la ciudad. Tras la conquista musulmana del 636, bajo el gobierno de los Omeyas, la ciudad se convirtió en un centro regional, bastante conocido por acuñar monedas bajo el nombre del Califa Abd al-Malik bin Marwan (685- 705), decoradas con una mezquita. Tras el terremoto que azotó la zona en el 749 y el traslado del califato a Bagdad, el brillo de la ciudad se apagó.
Es una de las ciudades provinciales del imperio
romano mejor conservadas del mundo, adornada con columnas, enormes templos,
teatros, grandes plazas y termas. Me encanto !
Los monumentos más
importantes de Jerash que aún se pueden ver son: el Arco de Adriano, el circo,
los templos dedicados a Zeus y Ártemis, el Foro de la ciudad, dos teatros
(el gran Teatro del Sur y el más pequeño Teatro del Norte), dos baños,
varios templos de menor importancia y una muralla casi completa y la
larga avenida de la inmensa columnata que surge del
desierto como para recordar que aquí se elevaba antaño una ciudad greco-romana,
la antigua Jerash de la Decápolis de Palestina y Siria, rival de
Palmira .
Pero la antigua Gerasa o
Jerash no adquirió relevancia hasta la época de Alejandro Magno, en 333 a .C.
Este mercado de comestibles, construido en el s. II
d.C., está situado cerca de la llamada plaza oval. Su entrada estaba flaqueada
por 4 columnas y dos fuentes. El interior era un patio octogonal con una fuente
en el centro y rodeada de 24 columnas corintias y 4 exedras en las esquinas. En
época bizantina se convirtió en una tintorería y durante el mandato islámico se
modificó una de las exedras para usarla como establo y almacén.
El
enorme friso caído apilado a la bajada de los propileos espera a ser
reconstruido.
La visita de la ciudad me encantó. Hay quien la
llama la Pompeya de Oriente, aunque recorriendo su calzada, no pude por menos
que acordarme de la preciosa Éfeso. Pero de nada valen las comparaciones, los
lugares son bellos por sí mismos o no lo son.
Hay
momentos en que crees retornar al pasado cuando te cruzas con soldados romanos o Beduinos tocando la gaita y
animando con música irlandesa a los turistas entre las ruinas y el Teatro Sur
de Gerasa.
Poco
después el guia nos llevo a un bonito restaurante. El Restaurante se llamaba Green Valley Rst & Rest House.
Comida jordana de excelente calidad y muy deliciosa. Y después de un reconfortante café y un calor de justicia volvimos al autocar y nos desplazamos a la negra ciudad
de Umm Qais.
Umm
Qais, una de las 10 ciudades de la Decápolis según la Biblia
Extensas
ruinas que me recordaron un pasado
esplendoroso, y todo, dispuesto de un modo que hace que las vistas panorámicas
sean magníficas. Emplazadas en una colina, las ruinas se orientan hacia las
vistas del Mar de Galilea, el lago de Tiberíades,
las alturas del Golán e incluso hacia Israel y las montañas fronterizas del Líbano.
Entre las ruinas, perduran calles con columnatas negras de basalto, terrazas abovedadas y los restos de dos teatros. Es ideal para caminar y disfrutar de las vistas.
Poco se
sabe de la historia más antigua de Umm
Qais también llamada Gadara, un
sitio en la cima de una colina en la esquina noroeste de Jordania, pero si se
sabe que está asociada con la historia de Jesús donde echó fuera de unos
hombres los demonios y los puso en una manada de cerdos que corrió por una
empinada ladera y se ahogaron en el lago.
La
naturaleza que lo rodea es bella y podemos ver muchos árboles de oliva. Desde
aquí pudimos admirar las impresionantes
vistas sobre el Lago de Tiberíades, los
Altos del Golán y Judea.
En la antigüedad, Gadara estaba
situada estratégicamente, atado por una serie de rutas comerciales claves que
conectaban Siria y Palestina. Fue bendecida con tierras fértiles y abundante
agua de lluvia. Esta ciudad también prosperó intelectualmente.
El
Encanto de Umm Qais todavía perdura hoy
en día. Una gran parte de la zona occidental del Teatro Romano ha sobrevivido a
los cataclismos de la historia. Pasadizos abovedados donde se apoyan filas de asientos, construidos con piedras de
basalto negro y duro. Hay una fila de
asientos tallados para dignatarios cerca de la orquesta, y en el centro había
una gran estatua sin cabeza de mármol blanco de Tyche, la diosa de la fortuna y
de la ciudad, que ahora se exhibe en el museo local.
Una
visita interesante, que recomendaría a todo el mundo que no se perdiera.
No solo por las ruinas en sí, que por si
solas no son gran cosa, sino por el conjunto y por su situación en medio del
desierto, lo que también permite disfrutar de un bonito paseo por esa zona tan
árida con unas vistas impresionantes.
El día
terminaba, ya de regreso con Iñaki
Felisa y Txomin, disfrutamos de un baño en la piscina del hotel antes de
la cena, también nos gusto el ambiente del garito en el hall donde se podía
escuchar música disfrutando de un té a la menta. Era la hora en que se reunían
los clientes del hotel, hombres de negocios jordanos o turistas como nosotros a
tomar una última copa antes de dormir.
Hoy día recuerdo este viaje como el más entrañable de todos los que realizamos.
Eran las 7 de la mañana de nuestro cuarto día en estas tierras bíblicas y tras un excelente desayuno, con el sol radiante de un día muy claro, nos pusimos de nuevo en la carretera en dirección a nuestro siguiente destino y el más soñado del viaje…Petra, pero antes quedaban muchos lugares más por ver.
Así que después de atravesar una serie de lugares históricos, llegamos a Mádaba, conocida
Nos desplazamos hacia la iglesia de San
Jorge, de culto ortodoxo y que posee un pavimento único, descubierto
en el momento de su construcción en 1896 sobre el emplazamiento de una basílica
bizantina. Es el mapa más antiguo que representa Tierra Santa.
Un mural en la pared recrea el mapa, y en la iglesia
en el suelo, el original de mosaico donde se ve Jerusalén y
la Tierra Santa del siglo VI. Esta formado por dos millones de piezas hechas
con piedra local de vivos colores, muestra colinas valles pueblos y
ciudades hasta el delta del Nilo.
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Este
mosaico cubre todo el suelo de la
iglesia situada al noroeste del centro de la ciudad, se calcula que fue realizado entre los años 542 y
570, basándose en los edificios que aparecen en el mismo.
Se pueden apreciar al menos 150 inscripciones griegas, lugares bíblicos como Jericó, el pozo de Jacob, el mar Muerto, el río Jordán con los peces nadando contracorriente para alejarse de las aguas del Mar Muerto, barcos, animales como gacelas y leones. Las murallas que rodean ciudades como Jerusalén, o Jericó se aprecian con claridad. Una parte importante del mapa la ocupa Jerusalén donde se aprecia con claridad el cardo con sus columnas, los muros de la ciudad, la puerta de Damasco, y las iglesias del Santo Sepulcro y la de Sion.
El mapa fue restaurado en 1965
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Cerca se encuentra la Escuela del
mosaico de Mádaba , que funciona bajo el mecenazgo del Ministerio de
turismo. Siendo el único proyecto de este tipo en todo Oriente Próximo, la
escuela forma a los artesanos en el arte de crear, reparar y restaurar
mosaicos.
Poco
despues nos alejamos del lugar y a unos
minutos de camino desde Mádaba por una pintoresca carretera vimos a lo lejos Mukawir, lugar donde se erige la fortaleza de Herodes el
Grande. Cuando Herodes murió, su hijo Herodes Antipas heredó la fortaleza y se dice que
desde aquí ordenó la decapitación de Juan Bautista, tras la fatídica danza de
Salomé. Y con un calor mas que sofocante llegamos al monte Nebo.
Hoy, desde mis recuerdos, puedo decir que también yo llegue hasta el Monte Nebo en
Jordania, pero no como debió llegar
Moisés después de pasar con su tribu cuarenta años perdido por el desierto, y
de haber pasado hambre y sed.
Yo llegue con la mente clara y las ganas de
descubrir algo más en esas profecías cristianas. Pero al mirar desde el balcón
del monte, solo pude ver un inmenso desierto de piedra, la calima que lo cubría
todo, un atisbo de vergel en la lejana, Jericó y un asomo de la ciudad
santa de Jerusalén sobre las montañas que le dan nombre, yermas y muertas
también. Intuí el espejo salino y acuoso del Mar Muerto y un hilo
minúsculo de vida al paso del río Jordán.
Yo solo vi eso.
El monte Nebo preside desde lo alto de sus
Pero hasta la fecha el enigma continua y nadie sabe a ciencia cierta dónde está su sepultura. Fue enterrado en algún lugar que aún no ha sido descubierto. En el siglo IV se construyó en la cima de este monte bíblico una iglesia en su conmemoración. Fue ampliada en época bizantina y destruida en la Edad Media. Los franciscanos construyeron hace un siglo la actual iglesia, una gran basílica que encierra los restos de la anterior.
Durante su visita a Jordania en 2001, el difunto Papa Juan Pablo II pronunció aquí un sermón al que acudieron unos 20.000 fieles.
En una ultima mirada al horizonte bajo el cielo
azul, sin nubes, pero con una suave calima
se extendía ante nosotros un
panorama único. Como un lago de plata líquida brillaba el Mar Muerto, y hacia el oeste la cadena de
montañas calcáreas de color blanco parduzco de las tierras de Judea desde donde sobresalían las cumbres de los montes
de Jerusalén y Belén. Hacia el norte, en la lejanía la meseta de Samaria y
Galilea, y las cumbres del Hermón, cubiertas de nieve según la época.
A los pies
del Monte Nebo estrechas cañadas que se prolongan por la depresión del Jordán
es el lugar que esconde Betania, y en su lado occidental una pequeña mancha
verde, es el oasis de Jericó. Es el
paisaje bíblico por excelencia, y con esta visión de Palestina decidimos bajar
la montaña para ir a bañar las manos en el rió mas famoso del mundo, el río Jordán en Betania.
Un viento
suave y ardiente soplaba en el silencio
en torno al humilde monasterio, cerca,
quedaban zonas repletas de ruinas y restos de columnas al lado de la monumental
cruz de hierro, y envolviendo al
conjunto, como siempre, la soledad.
Betania.
Dicen que cuando Jesús de Nazaret cumplió 30 años,
abandono su pueblo y su casa y se fue a Betania donde un tal Juan el
Bautista, el único profeta nombrado por las tres religiones monoteístas,
andaba bautizando a millares de personas. Allí lo bautizó y allí, parecer
ser, una paloma blanca descendió de los cielos y la voz de trueno de su
padre dijo aquella celebre frase de que "Este es mi hijo más amado".
En fin, que una nueva era comenzó para el mundo cristiano.
De aquel río de aguas claras donde la muchedumbre
se acercaba para conocer al primo de Jesús, hoy solo queda un riachuelo sucio y
de color verdoso que divide dos culturas y dos pueblos, al norte los judíos de
Israel, al sur en tierra de libre culto, las mil y una representaciones de los
cristianos.
Así que entre la devoción de algunos y la curiosidad arqueológica de otros, llegamos a Betania un enclave cargado de misticismo e historia, acunada en el meandro del río Jordán. Apenas
Ojo…No hay que confundir a la Betania del Jordán con la aldea de Betania que estaba situada cerca del Monte de los Olivos a las afueras de Jerusalén, dónde vivía Lázaro junto a sus hermanas Marta y María.
Nos adentramos a
pie en lo que según el guía se conoce
como la Jungla del Jordán. Un típico
sendero que lleva a la orilla del río. La vegetación exuberante ha resultado posible
debido a la presencia de muchos micros manantiales de agua dulce y al calor de
la depresión de Jordania. El camino se encontraba totalmente rodeado de árboles, plantas y
cañas. La vegetación era tan densa que a duras penas pudimos ver a través de
ella. Parece increíble que al bajar del autobús el paisaje fuese desértico, y
unos metros más allá nos encontrásemos con esta pequeña jungla.
El camino de tierra y pasarelas de madera nos
conduzco hasta una zona de excavaciones
arqueológicas con varios miradores y paneles informativos en los que se
hace una pequeña reseña histórica del lugar y que también explican el
significado de los restos encontrados
Aquí
esta la fuente de San Juan Bautista, al que Herodes cortó la cabeza y el que fue capaz
de llevar esa religión hasta sus ultimas consecuencias. Este lugar ha sido
calificado por un grupo de arqueólogos de reconocida autoridad a nivel
internacional, como el lugar en el que San Juan bautizó a Jesús. Es un
pequeño arroyo donde en su tiempo el santo venía practicando el ritual del
bautismo. Hoy Apenas corre un hilo de agua.
Se piensa
que Juan el Bautista vivía en una cueva
situada junto a este punto y que por eso eligió este lugar para sus
bautismos. Siglos después, el emperador Anastasio (491-518 d.C.) ordenó
construir una iglesia bizantina en el lugar dónde estaba ubicada la cueva, pero actualmente sólo se conservan los cimientos y algunos mosaicos.
Según nos contó el guía, muchos de los fieles que descendían la escalinata de mármol para bautizarse en el mismo lugar en el que lo hizo Jesús grababan una cruz en la base de alguno de los cuatro pilares, así que si nos fijamos bien, podremos ver algunas de ellas. El lugar no tiene una belleza especial, pero el significado es tan importante que hace que no te deje indiferente.
Según nos contó el guía, muchos de los fieles que descendían la escalinata de mármol para bautizarse en el mismo lugar en el que lo hizo Jesús grababan una cruz en la base de alguno de los cuatro pilares, así que si nos fijamos bien, podremos ver algunas de ellas. El lugar no tiene una belleza especial, pero el significado es tan importante que hace que no te deje indiferente.
En este lugar, el Jordán tiene un caudal mínimo y
sus aguas terrosas y amargas no se corresponden con las ensoñaciones que
tenemos los viajeros. Muy cerca, cruzando el río, está Jericó y el monasterio
de las tentaciones, es el lugar donde Jesús se retiró durante cuarenta días,
después de su bautismo y antes de comenzar su vida pública
Allí había una pequeña pila de piedra con agua del
mismo río en la que se podía coger más cómodamente y mojar las manos. Y una
plataforma de madera para poder observar el río, e incluso tenían habilitada
una zona desde la que se podía coger agua del mismo. Todos nos acercamos y
llenamos algunas botellas que guardamos
celosamente para llevar de recuerdo o regalo. Los más creyentes incluso
se mojaban la cabeza en un ritual de evocación al bautismo.
Israel está a un par de metros más allá del Jordán frente a mi y descubrí como un
simple arroyo de menos de dos metros de ancho separaba dos mundos, tan cercanos
y tan diferentes. Por un lado los católicos y por el otro los judíos. Entre
ellos dos metros, pero ni unos ni otros nos miramos, los únicos que se miraban
eran los soldados israelitas y jordanos. Hay que recordar que el río Jordán es la frontera natural entre
Jordania e Israel.
Así que tome el agua, observe la escena y me marche.
Había
visto el regazo de río donde presuntamente se inicio el cristianismo, había ido
a ver el lugar donde El Bautista hasta sus más remotas consecuencias predicaba
y sin embargo…
Que importa donde viajes, sabes que determinadas ceremonias en las que el bautismo está
presente datan de la época prehistórica. Para los pueblos asentados a las orillas del
Eúfrates y Ganges, estos dos ríos tienen el mismo significado simbólico que el
Jordán para cristianos y judíos así como en otras religiones, egipcia, babilónica, persa e hindú entre
otras, que al igual que en el
cristianismo está presente el simbolismo del agua como signo de purificación y
vida. El baño sagrado además de purificar viste de intangible vida divina.
Volvimos sobre nuestros pasos y tomamos el
camino de regreso. El sol estaba muy alto en el cielo, el calor pegajoso y muy
húmedo, subir al autocar se me asemejaba llegar a un oasis moderno
fresco y relajante y nos dejamos llevar.
Y así es como
tomamos dirección hacia el Cañón del río Mujib.
El río
Mujib :
En ruta pudimos disfrutar de un bonito paisaje.
Toda la carretera, que discurre paralela al mar muerto, es un espectacular
contraste. El mar a la derecha, y las
montañas de una aridez extrema a la izquierda. Y para completar el cuadro, en
las montañas de vez en cuando se abre una hendidura dentro de la que se ven
palmeras y otro tipo de plantas. Un conjunto sorprendente.
Un poco mas allá el guía nos paro cerca de un
profundo tajo en la montaña, es el camino del rió Mujib que corre al encuentro del mar muerto.
Este río en la Biblia aparece como río Arnon,
avanza durante 75 km
entre escarpadas y áridas montañas desde Madaba hasta Al Karak, formando un
profundo cañón de 1.300 mts de desnivel que termina en la orilla oriental del
Mar Muerto. En 1.987 se creó la Reserva Natural de Wadi Mujib de 220 km2 para proteger su rica variedad de flora y fauna, ofreciendo un refugio
seguro a las diversas especies de felinos, cabras y otros animales de montaña.
A 400
metros por debajo del nivel del mar, la Reserva Natural Wadi al-Mujib es la
más baja del mundo. Cubre más de 200 km2y es la segunda más grande
del país. El río Mujib galopa entre
sus montañas, valles y cañones a lo largo de la orilla este del Mar Muerto
hasta que, exhausto, se deja caer en los brazos de este ultimo para fundirse con él.
Castillo de Al karak o
el del “Reino de los Cielos” os cuento:
Hay una ciudad
en el sur del país, por la
antigua Ruta del Rey, La ciudad de
Al-Karak que es famosa por su
gran castillo cruzado, que esta construido en la cresta de la montaña, a 930 m de altitud, y rodeado en tres de sus
lados por un abismo sobre el valle.
Y dicen que durante siglos, los destinos de reyes y
naciones se decidieron aquí.
Fue diseñado en 1140 por el gobernador feudal Payen le Bouteiller el majordomo del rey Fulco de Jerusalén y señor de Anjou, Payen administraba los feudos de los cruzados
y Karak se convirtió en el centro de su
poder.
Pero unos años después de su construcción, el castillo
pasó a manos de Reinaldo de Châtillon,
un personaje que ha pasado a la historia por su temeridad y barbarie que habiendo fracasado en la segunda cruzada,
dedicó sus esfuerzos a saciar su sed de sangre desde esta fortaleza.
Tras años de saqueos, asaltos y matanzas
indiscriminadas e incluso algún intento de atacar La Meca, a Saladino se le terminó la paciencia y ordenó
sitiar el castillo y asediar el reino
cruzado en respuesta a los ataques de Reinaldo.
Lo intentó hasta en tres ocasiones sin resultado,
gracias a que Balduino IV, el joven rey
leproso de Jerusalén hermano de la famosa Sibila, acudiera allí
rápidamente en ayuda a Reinaldo. Este último volvió a ganarle la partida a
Saladito, que se vio entre las grandes
murallas del Karak y el formidable ejército de Jerusalén, por lo que
vergonzosamente, tuvo que retirarse.
Balduino IV, el joven rey leproso, pocos meses
después de volver a Jerusalén desde Karak falleció, por aquel entonces ya
estaba ciego, tenía la cara completamente desfigurada y sus brazos y piernas
estaban mutilados. Las crónicas dicen que fue el mejor rey que tuvo el reino de
Jerusalén, un rey muy sabio que fue injustamente olvidado en el tiempo. Intentó conseguir la dificultosa paz entre
cristianos y musulmanes y que solo tomo las armas cuando su reino se vio
amenazado, y es justo decir que si no hubiera sido por su reinado, los estados cruzados hubieran desaparecido
mucho antes de tierra santa.
Pero finalmente, Saladito en
1187 logró vencer a los cruzados en la batalla de Hattin y decapitar a
Reinaldo de Châtillon con sus propias manos. Dos años más tarde, Saladino logró
tomar la ciudad de Karak por la fuerza y se hizo con el control de la
fortaleza. Desde ese momento el castillo no volvería a manos cristianas y permanecería bajo dominio musulmán por los
siglos de los siglos.
Esta impresionante
fortificación junto con otras, formaba parte de una invisible línea defensiva que iba desde Aqaba (al sur de Jordania) hasta
Turquía y que servía para vigilar y defender las importantes rutas
comerciales procedentes de Egipto y la península Arábiga rumbo a Siria y
Turquía.
Este castillo de Karak en Jordania junto a la Fortaleza de los Caballeros (o Krac des Chevaliers) y Qal'at Salah El-Din (o fortaleza de Saladino) en Siria, son las tres fortalezas más importantes y mejor conservadas de la época de las cruzadas en todo Oriente Medio.
Este castillo de Karak en Jordania junto a la Fortaleza de los Caballeros (o Krac des Chevaliers) y Qal'at Salah El-Din (o fortaleza de Saladino) en Siria, son las tres fortalezas más importantes y mejor conservadas de la época de las cruzadas en todo Oriente Medio.
Al
Karak
De que fue un castillo fabuloso te queda aún más claro si una vez has visitado el Krak des Chevaliers en Siria, la gran joya de la arquitectura militar medieval de Oriente Medio, ya que este de Karak, es del mismo estilo y de dimensiones similares y es que resulta impresionante con su oscuro laberinto de corredores de piedra y pasadizos que parecen no tener fin. Los restos mejor conservados están bajo tierra y se puede llegar a ellos atravesando una gran puerta.
El castillo
tiene 7 niveles en su totalidad. Fue construido en forma de A, con la punta
hacia el extremo sur. Un foso protege el castillo en la parte de acceso
norte. Con un diseño exterior sobrecogedor, su imponente puerta y
una triple pared a su alrededor, pasó de los cruzados a caer en manos
saladitas, quienes dejaron la huella de su victoria a través de inscripciones en
las paredes del castillo, después de casi mil años, aun evocan el carácter
y la esencia de los cruzados.
Nos
metimos por pasadizos sin fin de los que parten nuevos corredores subterráneos que se adentran en las entrañas de la montaña,estos conducen a niveles inferiores en la
que no existe ni una mísera ventana que ilumine aunque sea de manera
tenue esa negrura tan profunda.
Al volver
a las salas superiores, los rayos de sol proyectaban una potente luz que se colaba
desde el exterior a través de un agujero del techo, devolviéndonos al presente
y convirtiéndose en el colofón perfecto
y mágico para este viaje al pasado del que acabábamos
de regresar.
El autocar nos esperaba y no quise dejar
el lugar sin volver el rostro y
contemplar una vez más las bonitas
vistas que se veían desde el puente de acceso.
Y es así como poco después nos fuimos a degustar una deliciosa comida jordana. Desde la cocina, nos llegaba el olor de los vegetales horneados, de las hojas de vid, de berenjena y humus, del aroma de las hierbas, del ajo, de las especias, las cebollas, del tomate y el limón.
Yo navegaba entre los
sabores mientras descubría en las colinas de la ciudad las casas rectangulares
y las mezquitas. Allí sentados en la
terraza, con unas bonitas vistas sobre el castillo vivíamos una experiencia
distinta y divertida en torno a una mesa.
Camino de
Petra:
Una hora después el autocar nos esperaba, era el
último tramo del viaje que nos llevaría a la ciudad de Petra, así que durante
varios kilómetros, fuimos dormitando y a
ratos, viendo los paisajes pétreos y los
oasis de las arenas.
Íbamos llegando y en lo alto de una montaña, pudimos ver un punto blanco, es el santuario
dedicado a Aarón el hermano de
Moisés, dicen que aquí esta su tumba en las cercanías de Petra, gracias a lo
cual fue descubierta la ciudad nabatea por
el explorador suizo Johann Ludwig
Burckhardt, en 1812. Y así fuimos sorprendiéndonos por abrumadores paisajes hasta llegar a nuestro destino: el Hotel “Grande View “al pie de las
montañas de Petras.
El hotel tenía unas vistas impresionantes, es muy
bonito y desde el jardín y la piscina se
puede disfrutar de unas vistas a las montañas, sobre todo al atardecer donde se
encuentra Petra escondida y entre ellas, en lo alto de la montaña la tumba de Aarón que se podía ver desde
nuestra terraza.
Íbamos
viendo el cambio de tonalidades de las montañas por diferentes tonos rojizos
naranja o rosa... el sol se iba posando más allá de los salientes rocosos
iluminando con su magia el santuario, y una calima suave envolvía el paisaje
dándole una imagen irreal de postal antigua.
Petra; en el
neblinoso terreno de la leyenda.
Esa mañana
muy temprano bajamos a desayunar,
descansados y listos para recorrer el tramo que nos separaba de la entrada a
Petra.
Petra estuvo más de 600 años escondida como una princesa
de cuento de hadas o similar a una ciudad legendaria como Troya o la Atlántida,
hasta que el joven viajero estudioso de Oriente Johann Ludwig Burckhardt la encontró. Es una maravilla
y un espectáculo que el hombre esculpió
para adorar a sus dioses y sus ancestros.
Ubicada en las
estribaciones del desierto de Wadi Rum, cerca del Mar
Muerto, en un cañón que recoge las aguas de los montes de Petra, los
nabateos, una tribu antigua que tuvo su esplendor en el siglo VI, pero de los
que se tienen datos desde 3 siglos antes de Cristo, supieron crear un entramado
de canalizaciones y conductos de agua en una tierra sedienta, para atraer a sus
ciudad a las caravanas que venían de La Meca o que regresaban de la ruta de la
seda en Asia. Dicen que por los estrechos pasos del cañón, llegaron a
pasar hasta caravanas de 2.000 camellos y vivieron en la ciudad más de 25.000
personas.
También me señala el guía que Petra se menciona en el Antiguo Testamento
de la Biblia bajo varios nombres, y se cuenta que durante el Éxodo, Moisés y
los israelíes atravesaron el área de Petra en Edom. La tradición local afirma
que el manantial de Wadi Musa (el valle de Moisés), justo a las afueras de
Petra, es el lugar en el que Moisés golpeó una roca de la que salió abundante
agua. Además, según apuntan algunos estudios, podría haber sido, también, la
última escala de los tres Reyes Magos camino a Belén.
Así que fuimos a comprobarlo!
El camino que
del hotel nos lleva hasta la entrada del cañón del Siq es polvoriento y
bordeado de curiosas rocas esculpidas, en el se mezclan los caballos, burros,
calesas o incluso algún dromedario con la gente que vamos caminando.
En los
laterales empiezan a surgir algunos
monumentos de forma cuadrada y de construcción nabatea. No se sabe
exactamente que son, quizás tumbas, aunque tampoco sería extraño que fueran
construcciones en honor del dios nabateo Dushara.
Una de esas
construcciones es la Tumba del Obelisco, de marcada influencia egipcia, donde observamos
cuatro obeliscos que rematan la parte superior del monumento funerario.
Finalmente llegamos
al estrecho tajo que es la entrada del SIQ
El
SIQ, no es sino un angosto desfiladero de cuatro a
seis metros de anchura, 40 a
170 metros
de alto y 1,5
kilómetros de longitud.
Debido
a un fallo geológico producido por las fuerzas tectónicas se produjo una
hendidura en la montaña, las aguas del río Wadi Musa contribuyeron a la erosión
de la zona y dieron forma al Siq, es el desfiladero que nos conduce directamente a la
necrópolis de la ciudad nabatea.
Este sicomoro impenitente aún se yergue orgulloso entre la roca con extraordinaria amalgama de
colores iridiscentes, y entre las piedras de sus laderas nos llegan cantos de
alondras para demostrarnos que el agua está en algún lugar del suelo de
Petra. Es la higuera del desierto.
En las
paredes se observan hornacinas en honor a un dios. Aquí Las águilas de Zeus son las del dios Dushara, el
señor de las montañas. Los nabateos ofrecen la demostración de una religión
anicónica, sin
representación humana, solo geometrismo. Altares y hornacinas, inscripciones en
lengua nabatea y griega. No se resistieron a la cultura helenística.
En algunos
rincones pudimos observar restos del pasado caravanero del sitio. Allí una caravana de camellos
esculpida en la piedra
aún no se ha ido de
Petra y entra con los visitantes entre los colores de las paredes de este
impresionante Siq.
Es la
sorprendente talla de “La Caravana”,
que representa a dos hombres conduciendo cada uno de ellos a dos dromedarios.
Un desfile procesional de hombres y animales (casi borrado por el tiempo y la
barbarie) inscripciones históricas y hasta un altar de sacrificios, sencillo,
en medio del camino y al lado de un pequeño habitáculo excavado en la roca, tal
vez el lugar del sacerdote o para almacén de elementos de culto
Caminado por el silencioso y
sobrecogedor desfiladero de colores pétreos que cambian continuamente de
tonalidad, he sentido la emoción como viajera que espera al final del Siq oír el galope de unos caballos, los del héroe
moderno, Indiana
Jones, que buscó el Santo Grial en el Tesoro del Faraón de Petra
Nuestra emoción
aumentaba a cada paso, superamos un último recodo y de repente, este tortuoso avance termina de forma abrupta,
y como si del telón de un teatro se tratara, se nos abrió repentinamente la roca para mostrarnos la colosal fachada.
Imposible de definir con palabras la violenta
belleza. Curiosamente, esta mundialmente conocida fachada escavada en la roca
(que se denomina Tesoro pero nunca escondió tal, fue simplemente un templo) a
la que se llega tras la caminata del Siq no es el final del trayecto, como puede
parecer, sino el comienzo de una impresionante ciudad.
Al Khazneh es el tesoro de Petra, el templo secreto de
Indiana Jones. Era la tumba del rey nabateo Aretas IV (o quizás III), cuya hija
fue repudiada por Herodes Antipas que se encaprichó de
Salomé. Esto
enfadó a Juan Bautista, y Salomé bailó su
sensual danza para acabar pidiendo su cabeza.
Es una experiencia
imponente. La inmensa fachada, de 30
m de ancho y 43 m de alto, excavada en la cara rocosa y en
frente, el estrecho tajo en las rocas del
siq por donde llegamos.
Relativamente
protegido de la intemperie, con un suave color rosado y una factura sumamente
clasicista. Debe su nombre a una leyenda –tal vez influenciada por los datos de
Egipto- relativa a la existencia de tesoros de algún rey o faraón, riqueza que
estaría en la urna que se halla en el piso superior. El afán por el tesoro hizo
que numerosa gente disparase, infructuosamente, sobre esta piedra maciza,
consiguiendo, únicamente el deterioro estético de la misma.
Aunque han corrido ríos de
tinta sobre Petra ,
nada nos prepara en realidad para este impactante lugar. Hay que verlo para creerlo. Así es como Petra la ciudad mítica se nos presento, como un
bello enigma revelado apenas hace algo más de un siglo; un enigma que hoy sigue
asombrando y que los beduinos ocultaron durante 700 años en medio de este
territorio desértico.
Y
seguimos caminando y adentrándonos por
esta ciudad perdida .Un poco mas
allá, talladas a plomo en las moles de piedra arenisca destacan las fachadas de
templos y monumentos funerarios, fundiéndose arquitectura y paisaje en un todo
caótico con aires de extraña eternidad. Porque
en Petra se encuentran más de mil tumbas monumentales, lo cual hace suponer que
la muerte les obsesionaba, tal y como les ocurría a sus vecinos, los egipcios.
El desfiladero deja de serlo a la altura
del teatro, lo construyeron en el siglo I a de C. para un aforo de 4000
espectadores. Lo hicieron al modo griego, más abierto hacia el exterior. En la
montaña opuesta aparecen unos inmensos enterramientos colectivos, las más
grandes, denominadas tumbas reales.
Después de un pequeño descanso tomando unos refrescos en un pequeño puesto de bebidas, consultamos el plano del lugar, y seguimos adelante, hacia el corazón de Petra, por la Calle de las Fachadas. Se trata de un denso conjunto de tumbas construidas por los nabateos en los farallones rocosos, con una cierta reminiscencia del arte asirio. Me pare a charlar con algunas beduinas que venden recuerdos y se hacen fotos con los turistas, son las habitantes hoy de estos lugares.
Ya en la
gran explanada, sin el cobijo de la sombra que nos proporcionaba las paredes
del Siq y con un calor que por momentos se hacía difícil de soportar,
continuamos caminando hacia las moradas
eternas de reyes y ciudadanos ilustres y donde la erosión ha dejado su
huella en las fachadas. Pero con unos colores creados por la
naturaleza imposible de igualar.
En este
lado del desfiladero, aparece pronto una escalera que sube en dirección sur y
luego gira hacia el oeste y acaba en una cumbre ante un altar de sacrificios en
honor a Dushara, con sumideros para que corriese la sangre de las víctimas.
Las
gigantescas montañas rojas y los inmensos mausoleos de un tiempo perdido poco
tienen que ver con nuestra civilización moderna, y no piden más que ser apreciados
por su verdadero valor: Como
una de las mayores maravillas jamás creadas por la Naturaleza y el Hombre.
La subida hasta el
(Al-Deir) Monasterio de Muchos visitantes de Petra, dicen que la mayoría, no llegan al monasterio, la razón la tiene un numero infinito de escaleras, especialmente después de haber caminado hasta el final de esta ciudad que es inmensa.
El ascenso sin fin hasta “el Monasterio” y la locura que se desató para construirlo a casi
Queríamos verlo y para ello debíamos subir caminando, atravesando varias gargantas y barrancos durante más de dos horas y ascender los 880 escalones bajo un sol abrasador...
El cansancio y el calor nos hizo desistir a Felisa y a mi, con la idea de subirlos a pie y aceptamos la invitación
de los beduinos, que por un módico
precio nos invitaron a subir en sus
burros para hacer más fácil el transito
de esos 8 largos kilómetros de ascensión y los ocho de vuelta, aun que nosotras
después los bajamos andando.
Montar aquí en burro entre acantilados y
barrancos es una de las experiencias más
alucinantes que he vivido hasta el momento. El animal se conoce el camino de
memoria, pero igualmente impresiona ver cómo vamos subiendo las escaleras yendo
montada encima de él y además teniendo un precipicio a tan solo unos centímetros
de distancia.
Yo solo rezaba para que el animal no tuviera un traspié
y acabáramos cayendo los dos por los acantilados. Entre carcajada y carcajada
veíamos, Felisa y yo, como subía Iñaki corriendo, agarrado al arnés del burro (por
temor a perdernos supongo) y a Txomin
trepar como un saltamontes por delante nuestro para sacar algunas divertidas fotos
de nosotras, pobres incautas al borde del precipicio.
Es divertido ver como suben los turistas agarrados al guía y ambos sobre el
burro a una velocidad más que acelerada. Es una estampa divertida. Alguna turista, se agarra tanto a su
guía que llegarás a dudar de si en realidad intenta no caerse del burro o si
aprovecha para disfrutar de ese estrecho contacto con el pueblo beduino…
Al final, el cansancio del recorrido se alivio con
la visión de tan magnifica obra humana.
Es de los monumentos más legendarios de Petra,
quizás el segundo en importancia después de el "tesoro",
dicen que fue el reposo de un rey nabateo llamado Obodas I, unos cien años a.C.
por lo que he leído en la guía, el patio central previo estuvo rodeado de
columnas, aun algunas hoy permanecen esparcidas por el lugar ,y ello hace
pensar que igual fue lugar alejado de Petra para celebrar ceremonias
especiales.
Hay que alejarse un poco para verlo desde
otras perspectivas, y vas dándote cuenta que es el único monumento de Petra que jamás fue
restaurado. Tiene 45
metros de altura por 50 de ancho, con una impresionante
puerta de 8 metros
y una urna colosal de 10. Al Igual que el Tesoro se encuentra completamente
tallado en la piedra.
El Sol lucía implacable, y en el silencio de su fresca sala funeraria decidí permanecer unos minutos refugiada dentro.
En el lugar, mi espíritu, se impregno de una inenarrable sensación de paz, como si algo de mi se fuera desprendiendo, una vieja piel ya inservible, aquella que cumplió el propósito para la que fue concebida quizás la de llevarme hasta este punto de no retorno en nuestra experiencia viajera… Salí de ella más que impresionada.
Al final, merece la pena sentarse en el café frente al monasterio, ahora, tras el esfuerzo, nos sentíamos recompensados de ser tan afortunados de haber podido llegar hasta aquí.
El
pequeño bar es solo un techado,
con el té más sabroso y estupendo que recuerdo en
Jordania, quizá por el calor y solanera que habíamos pillado
durante la caminata de subida, sobre todo Txomin e Iñaki que subieron a pie. Sentarse, frente aquella maravilla es
algo que no tiene precio.
Juraría que las lámparas maravillosas que venden
allí si las frotas, sale un genio que te
concede tres deseos. Quizá fue así como Indiana encontró el Santo Grial.Íbamos bajando y descubriendo muchos rincones sensacionales. No todo el mundo le dedica la adecuada atención a los kilómetros y kilómetros de canalizaciones donde recogían las escasas aguas de los torrentes del desierto, y los cientos de templos escondidos entre estas gigantescas montañas rojas.
! Y pensar que la memoria de esta espectacular cuidad permaneció para los europeos durante siglos en el neblinoso terreno de la leyenda !
A la vuelta pare para llevarme de allí un recuerdo, hoy mí más preciado tesoro, un poco de arena rosa y azul en un frasco de cristal, un trocito de Petra para recordar en días de nostalgia. Petra nos había disuelto con su belleza cualquier cansancio, el sol empezaba a ponerse, ya era hora de bajar para enfilar el camino hacia el hotel.
El ritual comienza cuando los turistas se van juntando en la oscuridad de la entrada a la ciudad y un guía beduino va acompañándonos por el recorrido. Al traspasar la puerta nos damos cuenta que la ciudad solo esta iluminada por velas y que será así durante los casi dos kilómetros de cañón que debemos recorrer hasta el tesoro. Todos van en silencio y en algunos rostros se palpa tensión, sobre todo en los escasos turistas hebreos que nos acompañan. A medida que las paredes del cañón se van estrechando, las luces de las velas alargan nuestras figuras convirtiendo el pasadizo en un baile de dantescas sombras alargadas. Emocionante.
Algunos
gatos maúllan en las paredes y se escucha silbar al viento en las alturas. Al
levantar la mirada, atisbamos a ver una estrellada noche que lucha por colar su
escasa luz entre los roquedos. No hay luna y se presienten los fantasmas
de líderes beduinos en los rincones cada vez que una sombra desaparece en una
hendidura de la piedra. Algo increíble.
Cuando se abre ante nosotros la famosa brecha que da paso al tesoro, el corazón se nos hiela: centenares de velas iluminan la fachada en una danza de gigantescas sombras que toma violentamente la escena mientras, un murmullo de admiración y algún gritito de sorpresa de alguna turista despistada, hace que un perro ladre atemorizado. Los novios se acurrucan, los solteros suspiran, las parejas se besan y un beduino comienza a hacer sonar su "rebaba", una especie de guitarra de una sola cuerda, cuando todos nos sentamos en el suelo. Mágico.
Cuando se abre ante nosotros la famosa brecha que da paso al tesoro, el corazón se nos hiela: centenares de velas iluminan la fachada en una danza de gigantescas sombras que toma violentamente la escena mientras, un murmullo de admiración y algún gritito de sorpresa de alguna turista despistada, hace que un perro ladre atemorizado. Los novios se acurrucan, los solteros suspiran, las parejas se besan y un beduino comienza a hacer sonar su "rebaba", una especie de guitarra de una sola cuerda, cuando todos nos sentamos en el suelo. Mágico.
Al acabar la sinfonía, otro beduino toma
su flauta y se pasea como un espíritu de la música entre las velas proyectando
su alargada sombra sobre la fachada del Tesoro y otro beduino con atronadora
voz, nos recita la historia de Petra como le debió dictar las tablas
de la Ley de Dios a Moisés, con enormes gritos que resuenan por la paredes.
Conmovedor.
Y esta es la historia de la noche de Petra y que ningún turista se debería perder. Les garantizo que merece la pena.
Y esta es la historia de la noche de Petra y que ningún turista se debería perder. Les garantizo que merece la pena.
Envueltas
en la calima, a lo lejos, unas afiladas montañas dentadas por la erosión parecían
flotar a la deriva en la ruta que nos conducía hacia la aldea de Rum.
Este arqueólogo y militar británico apasionado por
el mundo árabe, calificó este hermosísimo desierto como “enorme,
resonante, divino”. Una definición con la que difícilmente podría dejar de
estar de acuerdo quienes vivimos en primera persona el absoluto privilegio de
adentrarnos por sus pétreos acantilados en los todo terreno e incluso los
camellos que se abrían paso por sus paisajes lunares, y de pasmarse ante sus
cielos estrellados en las noches de sus campamentos.
A
lo largo de mis viajes, he conocido de momento 3 desiertos. El desierto del
Sahara en Túnez, el desierto de Egipto y por último este, el de Wadi Rum.
Yo jamás había imaginado un desierto
así…Es como un mar sereno de arenas de
distintos colores rojizos del que sobresalen grandes formaciones rocosas de
granito, basalto y arenisca, a modo de islotes.
Impresionantes
colores que nacen y mueren: del rojo al oro, o del rojo al negro en breves
momentos que ni te dabas cuenta. ¡ No
esperes verlo en una fotografía, pues estos momentos se captan y se mantienen
en la memoria!
Pensaba que todos consistían en dunas de arena que ocupaban inmensas regiones de
tierra…pero este está repleto de formaciones rocosas compuestas por grandes torres en las que las tormentas de
viento, día a día, lentamente, pero sin descanso han ido cincelando la blanda
arenisca de la que están hechas, ayudado, eso si, por la lluvia que aunque no
lo parece, en algún momento del año se atreve a caer…
Porque a veces llueve en Wadi Rum. Como a veces emergen sus fantasmas, sus leyendas,
sus huellas milenarias. Hoy esta
área protegida fue
declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en
2011.
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Solo ríos
de arena roja entre gigantes de roca que emergen, promontorios imponentes y
erosionados durante miles de años. Hay quien se atreve a decir, que es el
desierto más bello del mundo y yo no lo pongo en duda. Le dicen Uadi Rum, o Wadi Rum, o Valle de la Luna, los
que han pasado por él cuentan que este
lugar es lo más parecido en el mundo a lo que se puede ver en la luna. Es la
opinión que James Irwing, uno de los
astronautas del Apollo 15.
La
naturaleza, una vez más divagando con sus parámetros. Sólo hace falta dejarse
maravillar, sin hacer ningún esfuerzo.
Este sutil
desierto pasó a la historia por haber sido el hogar del aventurero, militar,
espía y guerrillero Lawrence
de Arabia. Aquí pude empezar a
entender por qué este personaje dejó todo por estas tierras.
Este silencioso y atractivo paraje sirve para
conocer la inmensidad del desierto, aliado antes que enemigo inhóspito, tal y
como comprobó Lawrence de Arabia cuando acampó aquí para descubrirse a sí mismo
y al pueblo que lo alzó como personaje histórico. Las cambiantes tonalidades
del día y las generosas noches estrelladas recalcan la belleza del desierto, un
espacio que no tiene límites. Es fácil perderse o sentirse pequeño en la
inmensidad de este lugar.
Aquí se puede galopar en
camello en uno de esos amaneceres imposibles de olvidar para admirar la
pulsión del ser humano a cubrir con pinturas el plano vacío de las
paredes que se pierde en el alba de los tiempos. Y, sobre todo,
para sentir el desierto, su silencio, su grandiosidad.
Hoy aquellos beduinos que forjaran la leyenda del
mítico inglés, se dedican a pasear turistas en sus todo terrenos que hacen
derrapar por las dunas, volar en globo al amanecer si el clima sintoniza con la
calma del viento, y pasearlos en
camello cerca de las rocas que pintaran sus antepasados cuando las caravanas
que lo atravesaban se contaban por miles. Algunos dormitan bajo las paredes
rocosas esperando al turista que les saque del duermevela.
¿Nos acompañas a dar una vuelta en ese todo terreno?
Nuestra aventura en el
desierto empezó en un jeep blanco que lleva el capó atado a la matrícula con un
cable. Subimos al coche muertos de risa, por no decir que acongojados por lo que nos
pueda pasar en la visita, pero toda nuestra desconfianza desapareció cuando
nuestro guía beduino se nos presento con
una enorme sonrisa enmarcada por unos perfectos dientes blancos. Su nombre Abu... ¡Comienza el
recorrido!
El vehículo descapotado
no es excesivamente cómodo y en su interior, el escándalo de tanta chatarra
saltando no nos deja prácticamente ni oírnos, pero eso no mengua nuestras
perspectivas y seguíamos riendo a cada bache, menos Felisa que estaba malita
por la solanera del día anterior en Petra.
Y así
es como fuimos hasta el cañón Khaz'ali, junto al “Manantial de Lawrence” que es donde se encuentran una serie de petroglifos, de 2.500 años de
antigüedad situados en cuevas. Son de la cultura tamúdica, anterior al islamismo.
Una ligera brisa amenazaba con hacer estallar una
tormenta de arena cuando alcanzamos los farallones que se conoce como de los "siete pilares de la
sabiduría" nombre que empleó Lawrence de Arabia para titular su famoso
libro en el que narró sus días en el desierto luchando contra los turcos
otomanos
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Pero súbitamente el viento se calmo y llegamos a la Grieta de Jebel Khazali.
Tan estrecha
como es, no es nada cómoda de recorrer, pero es donde se encuentran estas inscripciones. Dicen que hay miles
de dibujos y grabados diseminados por todos estos barrancos de esta gente que
vivió aquí. Sus dibujos incluyen representaciones de humanos, pies grandes,
cabras, camellos y cazadores.
Y dentro del estrecho cañón de unos 150 metros , conocido
ya desde el 1000 a .
C., vimos estos petroglifos tallados en la piedra de la pared oculta.
Poco después fuimos a escalar una de esas enormes dunas de arena roja que vimos a nuestro alrededor. Seguimos alucinados por el contraste de colores del cañón y la preciosa duna roja en medio de la nada.
El color de la arena cambia dependiendo del sol, y
esto vuelve loco el objetivo de nuestras cámaras de fotos. A primera hora de la
mañana, justo después de amanecer, es rojo fuerte y va volviéndose anaranjado
conforme pasa la mañana
Desde aquí las vistas y la
sensación es fantástica, una mezcla entre vértigo e inmensidad…
Un amanecer en
el desierto es casi tan espectacular como ver por la noche las miles de
estrellas encima de tu cabeza, sin nada que las tape, ninguna influencia
lumínica que eclipse todo su esplendor.
Poco después
llegamos a unas jaimas negras cubiertas con pelo de cabra
que se han transformado en parte de la estampa de Wadi Rum.
Nos
recibieron con su acostumbrada
hospitalidad, y fuimos obsequiados por un delicioso té con
cardamomo que sentó de maravilla a Felisa que ya se estaba poco a poco recuperando de su malestar.
Pero si
hay una experiencia única, es pasar una noche bajo un techo de estrellas compartiendo las horas con los
beduinos en una fogata tomando té, contando historias bajo ese precioso cielo
estrellado con las imponentes y fantasmagóricas siluetas de las montañas en la
noche rodeados por la negritud del desierto.
Pocos lugares me han impresionado tanto como este desierto de Jordania. Cruzar en Jeep Wadi Rum, comer en un campamento beduino, descansar en una Jaima y finalizar el día viendo atardecer montado en un dromedario, completando una jornada perfecta que creo que no olvidaré en mi vida.
El resto
del grupo había viajado de madrugada hacia Damasco en una excursión de un día
que a nosotros nos pareció no merecer la pena, quizá porque llevábamos 6 días recorriendo el país y sus monumentos. A nosotros lo que nos pedía el
cuerpo era disfrutar del contacto con la gente y tomar el pulso a la ciudad a golpe de zapatilla, sin rumbo fijo y
sin horarios ni objetivos concretos. Siria merecía un viaje futuro (cosa que
por hoy es imposible)
Mientras fuimos caminando vimos como todo el mundo nos
miraba, no debe ser frecuente ver occidentales en esta parte de la ciudad. Y me di cuenta de que era un Amman diferente a
otras ciudades árabes, me sentía muy
bien allí , la gente nos recibía y miraba con curiosidad y sobre todo simpatía,
este ambiente
árabe te envuelve con más exotismo del esperado, porque reírse está permitido y el
estrés parece que no invade el paisaje como en otros lugares…
Fueron los griegos, concretamente Ptolomeo Filadelfo, los que
cambiaron su nombre por Filadelfia, la
ciudad del amor fraternal. Después llegaron los romanos que junto con otras
ciudades, como Gerasa, la
incluyeron en la Decápolis.
Las
antiguas ciudades romanas comerciales en las actuales Siria, Israel y Jordania
eran conocidas en el siglo I d.C. como la Decápolis, aunque en realidad no eran
diez sino diez y ocho. Estaban unidas por una red de calzadas pavimentadas que
permitían el tráfico rápido de carromatos. Aquí en Jordania, las ciudades de la
Decápolis eran Filadelfia (la actual Amman), Gadara, Umm Quais, Gerasa
(Jerash), Pella y Abila. La Decápolis floreció durante la época romana pero con
la dinastía Omeya entró en declive al convertir Damasco en el ombligo del mundo
musulmán y la puntilla a su esplendor le llegó cuando el ombligo se trasladó a Bagdad.
Con el cristianismo
se convirtió en sede episcopal
y más tarde volvió a cambiar de nombre a su actual Amman. Llegó el Islam y por aquí pasaron omeyas y abbasíes. Hasta llegar a convertirse en sede del gobierno en 1921 y más
tarde en la capital del Reino Hachemita de
Jordania.
De todos esos pueblos sólo quedan restos en dos puntos de la ciudad: la ciudadela y el teatro romano. Uno de los lugares
habitados de forma continuada más antiguos del mundo, ahí es nada.
Durante más
de 7.000 años distintos pueblos han ido habitando la colina sobre la que se asienta la ciudadela, una de las siete que forma
esta ciudad –siempre que una
ciudad está fundada sobre colinas, son siete, el número cabalístico–. A día
de hoy se puede ver desde el templo
romano de Hércules hasta una iglesia
bizantina pasando por construcciones
omeyas.
Se puede decir que Amman es una ciudad por todo lo alto. Está dividida
en dos partes muy diferenciadas: la zona moderna, donde se encuentran los
grandes edificios de negocios y centros comerciales; y la parte antigua, en la
que el bullicio y los coches se amontonan alrededor de los mercadillos,
mezquitas y sitios para comer algo.
Es una
gran urbe en la que conviven las viejas tradiciones con las nuevas formas de
interpretar la vida. Después de ir caminando un rato, a simple vista nos dimos cuenta que Amman no promete, y desde luego no demuestra
ser una ciudad bella, en el más estricto sentido estético. Las casas cuadradas
y de aspecto descuidado, sobre todo en la ciudad vieja, son sucias y llenas de
cables que no ayudan para nada a encontrar la “belleza” del lugar.
En este barrio se puede
apreciar como han construido las casas apelotonadas unas encima de otras en la
colina, sin calles sólo con acceso a través de empinadas escaleras. A lo lejos escuchamos
el canto al rezo. Comenzamos a oír las distintas mezquitas que empiezan a
llamar a los fieles. Parece como si se contestaran unas a otras y con todo lo
grande que es la ciudad, aquí arriba se oye perfectamente.
La
ciudad, cuenta con 2 millones de habitantes y está situada en el noroeste del
país. Nos contaron que Jordania
tiene tres fuentes principales de ingresos: el turismo (30% de la
economía nacional), los fosfatos (20%, quinto productor mundial) y las ayudas
del exterior (50%), sobre todo de EEUU, Arabia Saudí y, en
menor medida, de la UE. Qué miedo da el dinero verde de Arabia Saudí. Y la
lamentable influencia religiosa que ejerce.
Amman
como muchas ciudades árabes es un inmenso bazar y una de las zonas más
atractivas por sus tiendas y su gente. Vagabundear por los puestos de frutas, verduras, zapatos,
especias y frutos secos que se extienden por las calles me encantó. Fue
agradable observar cómo cuidan la disposición de la mercancía, sus
conversaciones con gestos plagados de saludos afectuosos a los conocidos,
vecinos y amigos, y responder a las sonrisas.
En un
puesto de productos raros, Felisa compro unas “extrañas” ventosas, con las
cuales nos reímos muchísimo el día siguiente al pasar el control del aeropuerto.
El agente con cara de interrogación no sabía que eran aquellos "extraños cachivaches" en el bolso de nuestra
amiga, ni para que servían y en el peor
de los casos, si era seguro dejarlos pasar. Fue divertidísimo ver las explicaciones con gestos de Felisa,
mostrando al agente como esas ventosas de
cristal se utilizan en la medicina alternativa, de como una vez calentadas se
aplican sobre la espalda del paciente y como ejercen a modo de succión su
terapia, al final entre risas el agente se las devolvió no muy convencido.
Nos encanto recorrer el bullicioso mercado, es ideal para
empaparse de olores, colores y sonidos, sobre todo por la mañana cuando está en
su punto álgido. Aquí Txomin probó el “jugo” o “zumo” de caña de azúcar
exprimido en directo en un puesto callejero y el aguador con atuendo festivo
ofrecía té a los clientes.
Las callejuelas del zoco desembocan por el norte en
la congestionada calle Al-Hashimi, es un
hervidero de gente, coches y tiendas, con los minaretes de una mezquita como telón de fondo.
En este cruce
de calles con una minúscula plaza ante su puerta donde los hombres dejan los
zapatos antes de entrar a orar, hallamos la pequeña mezquita del rey Hussein,
construida en 1924 sobre los pilares de una antigua mezquita Omeya por
orden del Rey Abdullah, con roca rosada y blanca, es muy coqueta y contrasta con el resto de edificios decrépitos que
parecen amenazarla.
Allí
hay también una fuente llamada Ninfeo, donde los hombres se lavan antes de la oración...
Nos dispusimos a visitar la mezquita pero un hombre sentado en el suelo cercano, se
precipito sobre nosotros para advertirnos que Felisa y yo no podíamos
visitarla, no quisimos discutir y nos alejamos del lugar.
Después
de estar varias horas por esta parte de la ciudad y hacer compras nos fuimos a
comer al hotel y descansar unas horas del fuerte calor, ya a media tarde volvimos
a coger otro taxi y nos fuimos a explorar
por Al-Wakalat,
la peatonal de Amán mas moderna y limpia.
Aquí es
donde se sitúan las tiendas de las marcas internacionales más reconocidas, el
centro de la moda de la ciudad. La gente joven, con y sin velo, compra en Zara
o en H&M (curioso, ver sus escaparates adaptados a la realidad árabe) es un
contraste muy curioso ver como los minaretes de la mezquitas del barrio viejo
compiten con las gigantescas pantallas publicitarias de la zona moderna.
En una
tienda de buena artesanía compre un bonito
objeto, es copia de otro antiguo, probablemente, me dice el vendedor, que servía
para transportar el correo por el desierto. El vendedor quiso grabar mi nombre
en la plata en castellano y árabe. Es un objeto que guardo con mucho cariño.
Ya fuera del centro destaca la moderna mezquita
del rey Abdalá, destaca por su enorme cúpula de color azul. Es la única
mezquita de Ammán visitable por no musulmanes. Por la noche está iluminada con
focos y la vista desde el exterior de sus minaretes y cúpula resulta muy
bonita.
Es la más grande de Ammán, fue terminada en 1989 y tiene capacidad para 7.000 fieles. Cerca los suburbios residenciales consisten en calles principalmente bordeadas de árboles y grandes avenidas con casas blancas, conforme a una ley municipal, que declara que todos los edificios deben ser construidos con piedra local.
Es la más grande de Ammán, fue terminada en 1989 y tiene capacidad para 7.000 fieles. Cerca los suburbios residenciales consisten en calles principalmente bordeadas de árboles y grandes avenidas con casas blancas, conforme a una ley municipal, que declara que todos los edificios deben ser construidos con piedra local.
Entrada
al palacio real.
Pocos atractivos más se pueden encontrar
en los barrios periféricos de la ciudad, salvo algunos restaurantes y bares
modernos en las zonas de Jebel Amman o Shmeisani, ideales para
cenar con una botella de vino o tomarse una copa, ya que en el centro hay pocos
establecimientos que sirvan alcohol.
El trayecto hasta el hotel lo hicimos en taxi y fue nuestra última anécdota. El conductor iba
a toda velocidad, con el teléfono en una mano, hablando con nosotros, cada vez
que hablaba miraba hacia atrás… Para
habernos matado… Felisa y yo nos mirábamos y no sabíamos si llorar o reír.
Cuando llegamos al hotel, besamos el suelo como el Papa.
Después de la cena subimos a la terraza del
hotel para hacer las últimas fotos de la ciudad. La puesta de sol es posiblemente el mejor momento para disfrutar de Amman, cuando los añejos edificios
parecen brillar en el culminante calor del día.
Y es así
como terminamos nuestra estancia, en un
café cerca del hotel tomando un té fumando
una shisha y viendo ponerse el sol tras las colinas de la ciudad mientras vuelven a llamar al rezo.
Nos
quedo claro que Jordania es un país con
magia, inolvidable, que invade los sentidos con sus colores y aromas.
Pues sí, así es
Jordania un poco el “museo del Desierto”.
Maria Manderly