Birmania…
Al venir de vacaciones a Tailandia, es fácil llegar hasta
Birmania si uno se encuentra al norte del país, como fue nuestro caso.
Birmania, es el lugar
en el que los hombres visten con largas faldas y las mujeres se protegen del
sol (y maquillan) con thanaka. Donde hasta hace muy poco estudiar inglés estaba
prohibido, empieza a abrirse al exterior, aunque con heridas del pasado todavía
abiertas. Birmania, hoy Myanmar, el país con menos turismo del sudeste asiático
y tradicionalmente cerrado al exterior, nos abre sus puertas. Durante
más de 50 años, una dictadura militar aisló al país y las sanciones económicas
de Occidente tampoco ayudaron mucho. Hoy este país es un destino más que interesante.
Nuestra guía nos pidió el
pasaporte a todos los del grupo, y
dejando esa documentación en el puesto fronterizo, fuimos pasando uno a uno
bajo la mirada de unos funcionarios
sudorosos y con cara de pocos amigos.
En aquella sala
fronteriza, entre el calor y el zumbido
de las rotaciones del ventilador del techo; pareciese que atravesábamos la línea del tiempo
para regresar a la época de los años
oscuros de entre guerras, al mas puro
estilo Hollywoodiense…
Uno no
puede evitar que le entre complejo de Gary Cooper o Humphrey Bogart
cuando ya ha salido
de uno de los dos países y se diriges hacia el otro a cumplir el trámite de
poner el doble sello en el pasaporte y dejarlo en “ fianza” lo que garanticé tu
salida.
El Recelo se masca y se
palpa cuando uno camina en ese territorio de nadie que separa los dos puestos
de aduanas.
Hoy día estas fronteras sirven para alimentar
negocios oscuros y situaciones sobreentendidas pero a las que nadie quiere
meter mano.
Nosotros mismos pudimos comprobarlo,
al ver poco antes, nuestros pasaportes "secuestrados" por
funcionarios más que dudosos, cuando nos adentramos en Birmania, dejando atrás nuestras identidades,
y convirtiéndonos en sujetos anónimos... Es de esas cosas que no piensas, se
presenta una oportunidad y la aprovechas. Luego cuando te encuentras alejada de
la frontera, sin visado, muchas cosas te pasan por la cabeza, aunque ya no hay
remedio. Afortunadamente, la experiencia fue fantástica…
Paradójicamente, este es
un lugar en el que la afluencia de turistas es fundamental, y supone, en muchas
ocasiones, la única fuente de ingresos para las aldeas, dejadas, en el mejor de
los casos, en un régimen de ojos cerrados por las autoridades, también por la
sociedad.
Las
mejores condiciones de vida, y aún así muy alejadas de los estándares
occidentales, se dan en la parte Tailandesa, donde los refugiados birmanos cuentan con un importante grado de autonomía;
o de abandono, según se mire, por lo que el turismo resulta un apoyo básico
para su subsistencia. Un lejano reclamo para un turismo que evidentemente no
tiene tiempo ni ganas de ver las puertas traseras del mismo. Allí donde se ha
barrido y echado todo el polvo molesto por debajo de la alfombra y donde se
esconden los misterios de por qué en Tailandia "todo es tan
barato" y porque al menos en Tailandia,
alguien les dio algo que hacer que no fuera fumar opio tumbado al sol un día
detrás del otro.
Así que fuimos
atravesando el puente que separa los dos
países y una vez pasada la frontera de Birmania, todo cambia…
Al otro
lado del río fronterizo de la ciudad tailandesa de Mae Sai, esta localidad se
encuentra en un mundo totalmente diferente
.Estábamos en Tachileik sus
mercados son conocidos por sus artículos de caza furtiva...
La atmósfera alegre que se puede respirar en
Tailandia, se sustituye aquí por una atmósfera un poco tensa. Esto no quiere
decir que el pueblo birmano no te de la bienvenida, de hecho les encanta los
turistas y están dispuestos a sentarse y hablar contigo (cuando piensan que no
están siendo observados), pero es posible que de primeras no te sientas muy a
gusto, y también es posible que agentes del gobierno te sigan por toda la
ciudad. Siempre y cuando sigas las reglas y costumbres locales, y no vayas
dando mucho la nota, podrás disfrutar de la ciudad y el carácter comercial
típico de una ciudad fronteriza.
La mayoría
de las personas que cruzan hacia Tailandia
son tailandeses que compran productos chinos en el mercado y realizan
contrabando de esos productos…
Entre los
lugares de interés de la ciudad se puede destacar la pagoda dorada, un convento de monjas chinas y el mercado central
lleno de vendedores venidos de las aldeas
cercanas. Este mercado es similar a otros que pueden verse en el lado
tailandés, salvo que venden una gran cantidad de artículos que podrían
comprometer al pasar la frontera.
Aunque no
se encuentren en la parte principal del mercado, es posible ver pieles de
animales en peligro de extinción como
son el tigre, gato dorado de Temminck, gato
jaspeado o calaveras, así como bastante artesanía local. La edad de los camareros, la
mayoría, no superan los 15 años pero tienen que trabajar porque sus familias no
pueden permitirse pagarles una escuela. El
régimen, es una falsa democracia en la que está prohibido
incluso alojar a un extranjero en casa.
Nos subieron en unos
tuk-tuk y bajo un ruido infernal fuimos desfilando uno tras otro por toda la
calle principal hacia el punto convenido “la pagoda dorada”
Tras varios minutos atravesando la ciudad nuestro
tuk-tukquero paro la mototaxi en un
puestito de venta de carburante que se vendía en botellas desechadas de refresco. En muchos lugares se puede encontrar gasolineras improvisadas. Barriles
de gasolina, un embudo y botellas de plástico para el tuc tuc. Como es de
suponer las medidas de seguridad son escasas y el riesgo de incendio o
explosión es considerablemente alto. Esta es una de las gasolineras , Tan
colorida y destartalada como peligrosa. Asi que después de “cargar gasolina “continuamos el
viaje hasta la colina más alta de la ciudad. Traspasamos una puerta monumental
y la impresión fue mayúscula.
Una pagoda enorme, dorada, que impresiona por el brillo del oro
que ciega bajo los rayos del sol.
Mujeres pintadas con thanaka, el polvo amarillo que protege del
sol y embellece la piel, encienden incienso, jóvenes remojando con agua a modo
de ofrenda, la imagen de Buda que se corresponde con el día de la semana de su
nacimiento.
Hombres ataviados con longhis (el tradicional pareo) se
arrodillan ante la gran pagoda y en el aire resuena el gonk cuyos golpes son como el latir de un gigante.
Si te sientas en la sombra un rato a escuchar las campanas, te das cuenta de
que el sonido y la vibración si le dan
un poco de paz al alma.
El templo es hermoso, enorme
un sitio que hay que visitar, aunque sea solo para admirar la cantidad de oro concentrada en un mismo
punto y por la inmensidad de esta pagoda.
Un lugar para sentarte a ver pasar el mundo mientras el
atardecer cae y los últimos rayos iluminan el cuerpo central de la pagoda.
La vista de la ciudad desde este cerro es
impresionante, varias representaciones de Budas y otros personajes rodean la
explanada. Y una larga fila de estatuas
de monjes venerando a Buda.
Volvemos
al tuk-tuk para ir a visitar el convento de monjas china el Wat Ching
(templo chino) Un bonito lugar, la monjas nos sonríen mientras hacen sus
quehaceres diarios. Lo demás no me pareció gran cosa y, sobre todo, un altar
con tres Budas que llama muy poco a la
devoción con todas esas luces bailonas que se supone que son el aura de los
budas y todos los demás complementos.
Visitamos
otro templo que no esta
muy lejos, no recuerdo el nombre pero los edificios son impresionantes, largos
tejados con adornos de “ nagas” doradas, campanillas y gong.
Regresamos todos en fila india con los tuk-tuk , he
de decir que no esta mal ,es divertido y el aire polvoriento te despeina,
cuando al final del viaje te
quitas las gafas, la aureola que te deja
el polvo de la carretera en la cara te asemeja a alguno de esos
cómicos de las películas de antaño. Es bueno prever unas toallitas
desechables para refrescarse.
Visitamos
un mercado, donde pudimos probar ciertos “manjares”, saltamontes fritos,
gusanos del bambú, un insecto sin identificar semejante a los grillos, y muchas
frutas y verduras desconocidas, el pescado se vende vivo y están en grandes
recipientes donde corre el agua por una manguera. Puestos de productos seudo farmacéuticos y paneles con gusanos
vivos muy rollizos.
A los saltamontes
vivos se les debe de atrapar con los
labios apretados por el riesgo que suponen que se escapen por la comisura de la
boca, todo el grupo los probó y fue muy
divertido. Los míos se escapaban a cada risa y se subían o saltaban hacia el pelo o las orejas, siempre había un amigo
del grupo que lo cazaba y zas ¡ miam ¡
al bote…. En fin son de esas locuras del momento que se hacen una vez y que el recuerdo no te deja dormir el resto de tu vida.
Se vende de todo, impresionantes los olores y
colores de los puestos
La impresión que me dejo Tachileik es de estos puestos donde se nota que algo
pasa, que algo raro fluye en el ambiente, que no sabes muy bien qué es, pero
que intuyes de alguna forma. Una ciudad que en cuanto cierra la frontera a las
7 de la tarde, se convierte en un fantasma. Los comercios echan la persiana y
en la calle solo quedan perros vagabundos en busca de restos en la basura.
Una luz mortecina de farolas que apenas
alumbran va anunciando que ya es hora de retirarse, y muy posiblemente, dejar
paso a maniobras orquestales, que en la oscuridad de la noche, harán transitar
entre ambos lados de la frontera todo tipo de mercancías y personas, bajo la
impasible mirada de algún oficial de aduanas camelado con algunos o muchos
billetes de más.
Te das cuenta que las distancias entre los dos países son mucho más largas que esas pocas decenas de metros que separan físicamente los países.
Te das cuenta que las distancias entre los dos países son mucho más largas que esas pocas decenas de metros que separan físicamente los países.
Después de
unas horas por este pintoresco país regresamos a Tailandia, en el puesto
fronterizo nos devolvieron el pasaporte y seguidamente en pocas horas entre
risas, emociones y cansancio volvimos al hotel de Chiang Rai, para continuar
viaje por el territorio tailandés.( post siguiente.)
Una ducha reparadora, cena un paseo por la ciudad y a dormir.
Es conveniente tener cuidado.
Cada vez que salimos de nuestro cotidiano, de este, nuestro pequeño mundo,
donde las cosas son “como tienen que ser” y nos adentramos por otros mundos,
por otras culturas; puede suceder que sintamos que nuestros cimientos se
tambalean y perdamos la perspectiva. Puede que también descubramos hasta qué
punto el Mundo puede ser multifacético y adaptativo, un lugar donde “no
está todo dicho”, donde la vida, a pesar de todo, continua.
María Manderly.
5 comentarios:
Te sigo ya hace tiempo pero creo que es la primera vez que te escribo para felicitarte por el blog, la cantidad de información que das de forma muy detallada y lo bien que nos viene a los que tenemos en mente ir por las ciudades que tu ya has pasado asi que gracias!
Isabel
Otro seguidor más!! y ante todo, menudo curro te pegas!! Tengo un blog de viajes (familiar y de amigos) y también intento dar información interesante para echar una mano, aunque de manera más resumida y directa. Por eso sé el trabajo que haces (flipante) y te doy la enhorabuena. Plas plas plas plas!!!
Precioso y muy ilustrativo, quiero ir con mi novio y tu información es muy útil. gracias por compartir
Muchas gracias a todos
Me ha parecido fantástico y muy ilustrativo su relato del viaje a Tailandia y este en particular me ha recordado otro viaje nuestro.
un afectuoso saludo.
su lector
Iker
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